miércoles, 8 de diciembre de 2010

1

Era de noche. Una noche sin nubes y con una Luna inmensa. Su andar crujía por las hojas caídas, naranjas, rojas o marrones, y ella se entretenía desmenuzando las que aún estaban enteras.
  • Ven. Sígueme. - le cogió de la mano. - Tienes la mano mojada. Dame la otra. ¿Mejor?
  • Ahora tú también las tienes húmedas.
  • No me importa.
  • ¿Dónde me llevas? Tengo frío. ¿No me lo dirás?
  • No. No te lo diré.
  • Entonces no voy. - Se detuvo al lado de un banco.
  • Vamos, sígueme. - Ella se sentó. - Ten un poco confianza en mí.
  • ¿Por qué debería tenerla?
  • Ya lo hemos hablado.
  • No. Tú has hablado y yo escuchado.
  • Cariño, por favor...
  • No me llames cariño.
  • Antes te gustaba.
  • Antes.
  • Creía que estábamos bien. - El chico se sentó a su lado y la abrazó.
  • Ya no se puede saber sí son estrellas o aviones. - Dijo la chica mirando el cielo nocturno.
  • Sí se mueven son aviones. - Ella se apartó. - Perdóname, por favor. Escúchame.
  • Sí que es un avión.
  • ¿Por qué has venido si no vas a perdonarme?
  • Quería saber que excusa pondrías, pero estoy cansada. - Se levantó y él también. La detuvo y la abrazó. - Déjame.
  • No.
  • No volverá a ser lo mismo y lo sabes...
  • Lo sé. Pero podemos hacer que sea mejor.
  • No
  • Sí.
  • ¿Cómo puedes saberlo?
  • Por que te quiero.
  • No lo haces.
  • Te quiero.
  • No lo digas.
  • Te quiero.
  • Basta. Mientes tan bien...
  • No miento.
  • Pero tus besos son para otras.
  • ¿Quieres que te bese?
  • Yo no quiero nada.
  • Tú también mientes muy bien.
  • No.
  • ¿Nada?
  • Nada que tú puedas darme.
  • Siento oír eso.
  • Y yo siento decirlo. ¿Qué nos ha pasado?
  • Ya no somos los mismos.
  • Todo ha terminado.
  • Eso parece. ¿Volveremos a vernos?
  • No lo sé. Quizá algún día nos encontremos.
  • ¿Podré saludarte?
  • Me molestaría que no lo hicieras.
  • Te saludaré.
La chica se fue y él la vio irse. Era de noche. Una noche sin nubes y con una Luna inmensa.